Otro año más, el Festival Internacional de Cinema de Catalunya (Festival de Sitges, para los amigos) llega a nuestras vidas, y de nuevo lo hace cargado de material. Del bueno, del menos bueno, y de todo un poco en general. Sirva este post para comentar mis humildes impresiones sobre la esta edición 2013. Al menos de los dos primeros días. Los siguientes, los tendréis en los correspondientes post los días venideros.
Sitges es ese momento anual que particularmente me lo tomo de vacaciones y tengo tachado en la agenda desde principios de año. En mi empresa todos saben que esa semana me pertenece (así no me peleo con nadie en verano). Lugar de reencuentro de amigos a los que a lo mejor solamente veo una vez al año, pero que parece que hubiésemos estado de cervecitas la tarde antes. Lugar de risas, copas, sueño, cansancio, y sobre todo, películas. Muchas películas.
Comienzo este año, casi recién caído del avión con Grand Piano, de Eugenio Mirá. Y como suele suceder en estos casos, la disparidad de opiniones estaba a la orden del día. Debo reconocer que no he visto su primera película The Birthday, ni Agnosia. Vamos, que ésta iba a ser mi primera batalla con el realizador. Y salí del visionado con ganas de más. Una película frenética, con un montaje que te atrapa casi desde el primer momento. Se ve que Rodrigo Cortés ha metido buena mano y ayudado a Mirá, todo esto apoyado por un guión simple pero muy efectivo, y una música (a parte de la obvia que toca el personaje de Elijah Wood) que te envuelve y te mete en la historia. ¿Es perfecta? No. Pero sin duda no te hará aburrirte.
Sigo con Upstream Color, de Shane Carruth y correspondiente a la Sección Oficial Fantàstic. Y aquí comienza el Sitges de verdad. Películas que ves, y que uno no entiende nada, o no quiere entender esa dualidad de las relaciones vista a través de los ojos de los humanos y de los cerdos. El director de Primer (¿acaso alguien entiende esa genialidad?) nos traslada otro juego de sensaciones, a la cual ayuda la frialdad de la fotografía usada en todo el metraje, entre los cuales uno no sabe muy bien donde situarse. El trabajo técnico es encomiable, pero sinceramente salí de la película con la sensación de haberme perdido en el primer minuto. Sin embargo, tras intentar poner las ideas un poco más en perspectiva, y con la ayuda inefable de las explicaciones de esos amigos que comentaba al inicio, hacen que la percepción de la película se transmute a algo más positivo. Sin embargo, sigue siendo un producto para paladares demasiado selectos y exquisitos.
Paso directamente a un director que considero un grande. Me refiero a Neil Jordan y su Byzantium. Lo que Jordan demuestra con esta película es que sigue estando a un nivel magnífico, ayudado en lo visual en todo momento, y por supuesto por un tour the force entre las dos protagonistas femeninas interpretadas por Soarise Roonan y la siempre espectacular Gemma Arterton, que sabe usar como ella sólo su sensualidad para un bien mayor dentro de la película. Sin embargo es cierto que ésta puede parecer vacía de originalidad y los conceptos, aunque trasladados a la figura femenina esta vez, ya los hemos visto previamente en infinidad de películas. Pese a todo, creo que Byzantium, a pesar de no dejar indiferente a nadie, es una obra más que decente.
Mi primera experiencia con el cine asiático de este año viene de la mano de Rigor Mortis, homenaje al cine fantástico, que mezcla de manera extraña pero efectiva el género de fantasmas, artes marciales o el J-Horror. La redención como trama principal se refleja en ese actor venido a menos que acaba en este peculiar hotel para acabar con su vida. Pero no es tan sencillo apartarse para siempre de este mundo cruel, por lo que una lucha entre el bien y el mal será lo que atestiguen mis cansados ojos. Pese a que a la gran mayoría gustó, yo salí con sensaciones extrañas, porque visualmente es poderosa, pero se exigen demasiado a la hora de querer contar una historia ya de por sí complicada de abordar.
Le toca el turno a Terry Gilliam, al que tuve el gran placer de conocer hace algunos años en este mismo entorno, y su The Zero Theorem. Y como ya pasara con su Brazil, Gilliam nos trae otro de sus futuros distópicos, con tintes de humor y sus grandes dosis de filosofía. Que cada cual saque sus propias conclusiones sobre el sentido de la vida.
The Wait. Es curioso pero este proyecto tiene ya la friolera de 7 años. Ópera prima del director. Cinta en la que Chloe Sevigny y Jenna Malone interpretan a dos hermanas obligadas a convivir tras el fallecimiento de su madre. Dos personalidades totalmente opuestas complican dicha convivencia. Si a eso le añadimos la paranoia de una de ellas al creer en el regreso de la madre a la vida, convertimos esta historia en algo complejo de digerir, con planos que son a la vez bellos, y tediosos a partes iguales. La pausa como leit motiv. Sin embargo a mí me encandiló de principio a fin.
En el segundo día por fin entra en juego el gore, la casquería y la mala leche que tanto nos gusta a los que venimos a este festival. Me refiero a la última película de Eli Roth, The Green Inferno. Roth, amigo del festival, nos deja esta cinta caníbal (literalmente) donde te lo pasas pipa con las desgracias que le suceden a nuestros protagonistas cuando caen presa de una tríbu inígena nada vegetariana. Siempre habrá los que se sientan ofendidos con ciertas imágenes, pero lo que es cierto es que todo este tipo de productos hay que tomárselo en su justa medida; y si es con guasa de por medio, pues mejor que mejor. Lo que sí está claro es que The Green Inferno no pasará a los anales de la historia del cine, ni pretensiones que tiene para ello (aunque la peli rebosa de segundas lecturas bastantes interesantes). Eli Roth le da a su público lo que quiere, que no es poco, y el buen (mal) rato está servido en bandeja de plata.
Y por fin, llega el turno de Escape From Tomorrow. Una película que se había creado su propio misticismo alrededor de ella. La película que se había grabado sin autorización en Disneylandia, y por la que supuestamente había tenido varias denuncias al respecto por parte de la propia Disney. Un sueño húmedo y muy americano es que vive el padre de esta familia protagonista, en el que la mente sucia, y el delirío le hacen pasar demasiadas malas pasadas. Como le pasó a la Bruja de Blair en su momento, era más el misterio previo, que la resolución en la sala. Finalmente la película no deja de ser un producto más (e incluso por debajo de la media). Una verdadera lástima.
Por último, comentar Magic Magic, de Sebastián Silva. Una película muy atípica en la que brillan con luz propia Juno Temple, y sobre todo Michael Cera en un papel extremadamente creepy. Magic Magic trata de la soledad, de los secretos y la amistad. Todo como conceptos atípicos a lo ya conocido, todo rebujado en una extraña y atrayente mezcla.
Tengo que reseñar por supuesto, que esta tarde mis buenos amigos de McNulty Ediciones han presentado su libro en la carpa de la FNAC, la cual, me alegra decirlo, estaba hasta las manillas. Enhorabuena gente. De aquí al estrellato. Seguid así.
Y ya está bien por estos dos días. Toca descansar un poco tras la paliza de madrugón/viaje/cine en vena. Las próximas jornadas me esperan.
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