SHERLOCK HOLMES

 

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Elemental, ¿no es así?

Todos estamos acostumbrados a la figura cinematográfica estilizada, bien vestida, analista, paciente y pausado de Sherlock Holmes. A un doctor Watson rechoncho y cauto.

Después llegó Billy Wilder, con su La Vida Privada de Sherlock Holmes, y sacó ese lado oscuro misógino, de adicción a las drogas, y con un toque homosexual bastate interesante, por parte del gran detective. A su vez, su camarada de aventuras es presentado como un mujeriego a la par que sumiso.

Ahora llega Guy Ritchie con la intención de revolucionar la imagen y el Universo que creó en su momento Sir Arthur Conan Doyle, presentándonos una especie de versión «Ultimate» de los personajes, de manera bastante acertada. Aunque lógicamente gran parte de la autoría se debe a Lionel Wigram, creador del cómic en el cual está basado la película, y productor de la misma (por razones obvias).

Totalmente contradictoria es la imagen que se nos da de Holmes con respecto a todo lo que conocíamos. Aquí nos encontramos con una persona no muy alta, desgarbada y desaliñada, y, sobre todo, un personaje de acción. Lógicamente tiene ese punto de análisis hasta el extremo que es tan característico de él, pero incluso llevado a un nivel superior. En definitiva, Sherlock es un neurótico y un cínico, y Robert Downey Jr. lo borda, y disfruta interpretándolo.
Y bien que sabe eso John Watson, el cual, al igual que su compañero, deja esa imagen de pasividad y de ser la voz de la conciencia de Holmes, para convertirse en otro hombre que disfruta más de una lucha que de tratar a un paciente. Incluso lo podemos ver con una gran dependencia de las locas aventuras que le ofrece el detective. Por supuesto, la figura de Jude Law, poco o nada tiene que ver con la de Thorley Walters o Nigel Bruce de las películas clásicas.

La película en sí es un producto hecho para ser digerido de manera fácil, pese a la supuesta complejidad de los casos que nos vamos encontrando. Holmes es el mejor detective, y lo sabe. Y mediante las explicaciones a Watson o a través de la voz en off, nos va desgranando los secretos de sus investigaciones. El problema que se encuentra es que sus métodos no son del gusto de Scotland Yard, ni del Inspector Lestrade en particular, lo que le ocasiona no pocos enfrentamientos y problemas.

La estética visual, la ambientación, los decorados, la fotografía y el vestuario están cuidados al máximo detalle. Las panorámicas iniciales del Londres vistoriano, con ese London Bridges en plena construcción son reamente asombrosas. Lástima que cuando quieren centralizar la acción en esas localizaciones ficticias, el uso de los cromas no sea del todo lo bueno que se le podía presuponer a esta película.

Las calles llenas de suciedad, los mercados callejeros, los mendigos, los callejones oscuros, por supuesto, la clase noble y las lógias en la sombra, poblan las calles londinenses donde Holmes y Watson se mueven para seguir los pasos dejados «en herencia» por Lord Blackwood.
Porque ojo, que el villano es él, y no Moriarty como pudiera parecer lógico. No en vano es el archienemigo por excelencia de Holmes, y un persoanje igual de carismático (dentro de la literatura) que el propio detective. Sin embargo, Blackwood (interpretado por un imperturbable Mark Strong) se destapa como un villano a tener en cuenta. Noble británico, amante de la magia negra, y que promete traer el caos, y con él, un nuevo orden a Inglaterra.

Y en su particular lucha, Holmes y Watson contarán con la ayuda de otro de los personajes más conocidos del Universo de Conan Doyle: Irene Adler.
Interpretado por Rachel McAdams, Adler sigue siendo en la película igual de escurridiza que en las novelas. Rival, a la par que amante de Sherlock, nunca sabes si sus intenciones son egoistas o para el prójimo (aunque apostad siempre por lo primero).

Me gustaría hacer mención especial a 2 detalles de la película:

Primero a los magníficos créditos finales, con esas imágenes vistas durante la película abocetadas cual viñetas. Y segundo, enlazando lo que acabo de comentar, la magnífica banda sonora, obra del maestro Hans Zimmer que se sale totalmente de su estilo, creando una música más parecida al Morricone de Hasta Que Llegó Su Hora (escuchad aténtamente el tema Farewell to Cheyenne, y después la BSO de Sherlock Holmes… ¿Casualidad?).

En definitiva, una película bastante cuidada, con grandes dosis de acción, y entretenida. Muy entretenida. Una pareja histórica interpretada de manera magistral por dos grandes actores, bastante involucrados en el proyecto. Un guión bien elaborado, sin llegar a ser una maravilla, y unos diálogos mordaces la mayoría de las veces.
Vamos, un producto para todos los públicos, y un pasatiempo más para este frío Invierno que nos ha tocado en gracia este año.

Nota: 8/10
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